La primera apreciación al entrar en el Museo Catedralicio es sin duda contemplar cómo tal cantidad de objetos artísticos, tan ricos y variados, hacen de esta primitiva capilla de Santa Catalina un espacio interesantísimo que no dejará indiferente a ningún visitante.
La calidad artística de los retablos, la valía de las piezas que en sus vitrinas se conservan y el preciosismo de los detalles de las mismas conforman este espacio de la Catedral Tudense como uno de los más característicos del primer templo de la ciudad, en el que la historia y el arte se dan cita en tiempo y forma para mostrar generosamente el patrimonio tan rico que los siglos han legado a esta conocida catedral gallega.
Como hemos dicho al principio, el Museo Catedralicio se encuentra ubicado en la conocida como Capilla de Santa Catalina, santa que preside el retablo principal flanqueada por diversos santos fruto de la devoción del obispo impulsor de este espacio sacro: Fray Anselmo Gómez de la Torre, quien en el siglo XVIII la reformó dotándola de mayor altura, dejando constancia de este hecho en sus escudos de armas.
Es en esta capilla donde se encuentran expuestas las diferentes piezas artísticas que conforman el Tesoro de la Catedral, tales como la rica colección de cálices y vasos sagrados (entre los que destacan los llamados “de Coco” y de “Los Evangelistas); una custodia procesional del siglo XVII profusamente decorada y de gran valía y una bella imagen sedente de la Virgen con el Niño, de marcados rasgos medievales, conocida como “La Patrona” o el conocido y antiguo Facistol del Coro, por citar algunos ejemplos sobresalientes.
Cabe destacar que, algunas de las piezas artísticas custodiadas en esta capilla-museo, por la calidad de su hechura y su valía histórica, estuvieron presentes en la Exposición Universal de Barcelona del año 1929 y en la exposición Galicia no Tempo que tuvo lugar en 1991.
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